Hay un poema, titulado, POEMA DEL PADRE, el autor es Héctor Gargliardi.
Dicho poema me emociona cada vez que lo leo, porque esta lleno de verdades, verdades poco analizadas por las madres y que solo quienes las vivimos las podemos comprender.
Este poema fue popularizado hace unos once o doce años por el fallecido Paco Stanley. Este señor aunque no era santo de mi devoción, por sangrón, cuando declamaba y se ponía serio, merecía todo mi respeto. Así que en ese tiempo compre su casset de poemas y lo escuché muchísimas veces, especialmente ese poema.
En esa época mis hijos aun eran unos niños y me identificaba tanto con las palabras del poema, sobre todo cuando el padre le dice a la esposa, que ya no le de tantas quejas de los hijos, pues cuando llega a casa, en lugar de recibirlo con alegría, lo reciben con miedo. Pues inevitablemente uno llega regañando y exigiendo disciplina.
Creí que con el tiempo eso iba a terminar, que cuando mis hijos crecieran llegarían a la madurez juvenil y dejaría de regañarlos y preocuparme por ellos. Que falacia, ahora las situaciones son peor, los peligros son mayúsculos, los regaños son mayores, lo mismo que las quejas de mi conyugue. Y como siempre, sigo siendo yo el encargado de imponer el orden y el cumplimiento de las reglas, que por cierto, siguen siendo incumplidas, porque así es la vida, ellos son jóvenes y por tanto rebeldes, huraños, energéticos, felices…Yo los entiendo, pero también debo de cumplir con mi papel de padre y no dejar que su libertad se convierta en libertinaje, porque lo que ahora son regaños de amor, se pueden convertir en lágrimas de dolor.
Amo tanto a mis hijos, que el solo hecho de pensar que les pudiera suceder alguna desgracia, me hace temblar de miedo. No los sobreprotejo, he intento dejarlos ser ellos mismos, aunque a veces mi esposa me lo reprocha, pero como dice el poema, hay que dejarlos vivir.
Antes de despedirme, solo quiero decirle esto a mi padre.
PADRE, SI TU ME AMAS, IGUAL QUE YO AMO A MIS HIJOS, GRACIAS PADRE, PORQUE ESO QUIERE DECIR QUE ME AMAS UN CHINGO…
Feliz día del padre a todos los remolinenses, y a echarle ganas, aunque jamás podremos opacar el brillo de una madre.
En una humilde opinión de
Francisco Rodríguez.
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