El valle de Mexicali, es un lugar inhóspito, extremoso, árido, en donde el invierno es crudo, frío y cruel, el verano no se diga, sus temperaturas son tan altas que los lugareños dicen, que hasta el diablo tiene miedo de ir a Mexicali, no en vano se ha ganado poéticamente el adagio de que, “Mexicali, es la ciudad cuyo cielo capturó al sol”
Pero este valle, en premio a sus temperaturas tan extremas recibió una bendición, algo que lo hizo interesante y fue el causante de que sus tierras se volvieran un rico emporio agrícola, lo atravesaba de lado a lado el cause del río Colorado, formando en el valle un delta con tierras aptas para la siembra de cereales como el maíz y el trigo, y el oro blanco, como era conocida la fibra textil llamada algodón.
Hasta antes del régimen del presidente Lázaro Cárdenas, el valle de Mexicali era explotado por una compañía americana llamada
Muchos soldados de la revolución mexicana que pelearon por tener tierra y libertad, fueron recompensados con su requerimiento y se volvieron ejidatarios, con sus veinte hectáreas de tierra cada uno.
Hicieron jacales con paredes de varejones de ese arbusto llamado cachanilla. A tiro de mulas y caballos limpiaron sus parcelas, luchando contra el clima, los millones de mosquitos que los acosaban y las víboras de cascabel, que abundan por esas latitudes, vencieron todos los obstáculos e hicieron producir el valle de Mexicali.
Cuando el presidente Cárdenas, ya casi para terminar su mandato en 1940, volvió al valle para ver como estaban sus ejidatarios, se encontró con que seguían viviendo en chozas de cachanilla, pero eso si, con un troque o un carro del año estacionado en el patio.
Se volvieron ricos estos campesinos en unos cuantos años.
Uno de esos ejidos que se formaron en el valle de Mexicali, fue llamado Cucapah Indígena. Este ejido tenía entre sus integrantes, a algunas personas oriundas del cañón de Juchipila,
El Remolino en esa época, era tan hermoso como lo sigue siendo en la actualidad.
Con sus campiñas verdes en época de lluvias, árido en las secas, rodeado de cañaverales que surtían con su producto a los trapiches.
En ese tiempo los peones ganaban en el Remolino, cincuenta centavos por trabajar de sol a sol y un peso si pertenecían al sindicato. Porque por ese entonces había mucha política laboral, se hablaba de dos sindicatos, el rojo y el blanco, pero de cualquier manera, se perteneciera a cualquiera de esos sindicatos, su salario era una miseria.
De repente llegó la noticia al cañón de Juchipila de que, en Baja California, lo ricos ejidatarios requieren de mucha ayuda y allá se podía ganar entre cinco a diez pesos al día. Por esa razón los peones de trapiches y cañaverales guardaron sus herramientas, dejaron de sembrar los cuamiles, se olvidaron de las pitahayas y la temachaca e hicieron un éxodo rumbo a las tierras cachanillas.
Esta fue la causa por la que llegaron al ejido cucapah muchos de nuestros parientes.
En ese ejido, había un señor de nombre Panfilo Ezquer, muy devoto a la virgen de Guadalupe, y quien manifestaba que le debía una manda muy grande, la cual consistía en llevarle una danza a la iglesia el doce de diciembre.
Este hombre se desesperaba porque ¿En donde iba a encontrar una danza en aquella tierra inhóspita? hasta que un día, platicando con algunas personas, oriundas del Remolino, supo que ellos eran integrantes de la danza que año con año bailaban en honor de la santa Cruz allá en su pueblo, así que, de una manera suplicante, les pidió que formaran un grupo de danzantes y le hicieran el favor de rendirle tributo a
El señor Santiago Múñoz, que en aquel entonces estaba chabalón, y con esa virtud que siempre le ha caracterizado de ser tan servicial, platicó con Pancho Estrada y le propuso el proyecto.
__ ¿Cómo la ves Pancho? ¿Le ayudamos a este hombre?
__ Pos ahí verás, pero ocupamos un violinista y un buen moreno, que se sepa todos los pasos.
__ Pues para el violín aquí estoy yo o si no Baudelio __ Dijo de inmediato Antonio Múñoz, hermano de Santiago.
__ Y yo se me todos los pasos y le entro de moreno __ Dijo también Pedro Rodríguez.
Ese mismo día encontraron a todos los integrantes de su danza, nadie a quien invitaron se negó, porque todos ellos extrañaban sus raíces, su tierra, sus costumbres, su cultura.
Fue así como se integraron al grupo Baudelio García, con un violín, Porfirio Perez y Eligio Zalazar con tambor y tambora, Transito García, Timoteo Quintero, Carmen Quintero, Efrén Villavicencio, Anacleto Núñez, Lupe Ezquer, José Castorena y su hijo Juan y algunos nombres mas que hoy se escapan de la memoria.
Don Pánfilo Ezquer, emocionado porque ya tenía su danza para pagarle su manda a la virgen, sin conocer siquiera Juchipila porque él no era de Zacatecas, se vino a estas tierras y mandó hacer sus trajes en
El doce de diciembre de 1952, se iba a coronar la virgen de Guadalupe, en la catedral de la ciudad de Mexicali, pues ese mismo día, muy temprano estaba la danza de los muchachos del Remolino ya preparados para bailarle a la reina de México, pero con desencanto vieron que no eran únicos, había otros grupos de danzantes, pero las otras danzas era de tipo pascola, como se baila en Sonora.
El sacerdote encargado de la iglesia salió y contempló todas las danzas, al mirar la del Remolino, con sus bonetes, sus arcos y sus sonajas, los escogió para que fueran ellos los que danzaran dentro de la iglesia, mientras era coronada la virgen.
Así que,
Una vez que se terminó la ceremonia, este señor invitó a comer a todos los integrantes de la danza y ahí le preguntaron que ¿Qué iba a hacer con los trajes?
__ Soy suyos muchachos, hagan con ellos lo que quieran, se los regalo.
__ Pos que vamos a hacer __ Dijo Pancho Estrada __ Vamos a celebrar cada año
La respuesta que tuvo fue un aplauso general.
Así que en 1953 se celebró por primera vez en el Ejido Cucapah la fiesta de
Pero les nació la necesidad de tener una iglesia para que su fiesta fuera mas lúcida. En 1955 la construyeron, nombrándola en honor a su danza, como Iglesia de
Desde ese tiempo y en forma ininterrumpida, durante 55 años se ha visto danzar cada tres de mayo en el ejido cucapah, esta danza de origen remolinense, aunque con méritos propios, ahora se le conoce allá, como la danza del ejido cucapah.
Allá no solo se les mira danzar el tres de mayo, constantemente son invitados a eventos culturales para que participen con una demostración, han recorrido toda Baja California visitando centros educativos, teatros o foros culturales.
Es tanto el impacto que han causado, que luego que se demostró que tienen mas de cincuenta años de vigencia, el instituto de cultura de Baja California, les otorgó el honor de considerar la danza del cucapah, como parte del folklor de Baja California, pero eso si, en cada presentación que ellos hacen, se recalca, que esta danza tiene su origen, en un pueblito Zacatecano, llamado El Remolino.
Tenemos los remolinenses que darles mérito también y reconocer que han sabido preservar sus raíces. Tal vez, muchas de las personas que vivieron esta danza en el Remolino, notarán ciertas contrariedades, por ejemplo, que ellos usan el pañuelo para taparse la cara. Todo tiene una causa y la explicación es la siguiente, según palabras de don Pedro Rodríguez.
__ Lo que pasa es que en el Cucapah, hay mucho polvo, y cuando danzaban la tierra salitrosa los ahogaba, la forma de protegerse un poco fue cubriendo su cara con el pañuelo. Las nuevas generaciones adoptaron esta costumbre y por eso aunque no haya polvo, ellos se siguen tapando la cara.
Un día la señora Manuela García, esposa de Pedro Rodríguez, sugirió que debería de haber dos danzas, la de los hombres grandes y otra integrada por niños, para que así se asegurara que en un futuro, siempre habría danza. Su yerno, Beto Haro la complació con esa petición, y él se ha encargado de ensayar desde hace ocho años, la danza de los menores, es precisamente esta danza la que nos visita hoy, la llamada danza de los niños.
Pues serán niños en edad y cuerpo, pero son todo unos adultos al momento de ejecutar sus sones, son grandes porque han adoptado su responsabilidad y siempre están prestos a acudir al llamado que se les hace cuando son requeridos.
La prueba es que están aquí, en la tierra de sus abuelos y bisabuelos, dispuestos a demostrarnos que sus raíces no se han perdido.
Así que es momento que alternen con sus hermanos Zacatecanos.
Baja California y Zacatecas se unen, Mexicali y Juchipila, El Cucapah con el Remolino.
¡Venga pues, que suenen los sones, que zumbe el huarache, En el Remolino estamos engalanados con su visita y es hora de que dancen porque estamos de fiesta!
por................Franck Rodríguez.