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Así es, emprendió un viaje del cuál ya no regresará… La última vez que lo vi, fue ahí, una fresca mañana en la terminal de los Omnibus de México, con su maleta a un lado y con la clásica chamarra del viajero, a veces puesta o a veces doblada ahí en el brazo; yo caminaba por la banqueta apresuradamente cuando de reojo lo miré sentado en la sala de espera y no me detuve a saludar simplemente le saludé a la rapidita como siempre “cacho” dando un sonido como si fuera un estornudo “¡casho!”, algo así, siempre le saludaba así y él me respondía con un tono en diminutivo “crucillo”, era la manera en que nos saludábamos; yo seguí mi camino sin pensar que mi amigo comenzaba un viaje del cual ya no regresaría ni siquiera para despedirse; esa fue nuestra despedida y yo ni cuenta me di, si hubiera sabido lo que ocurriría me detengo y le dedico mucho mas de mi tiempo carrereado que siempre traigo.
Pero ¿a dónde iba y por qué no regresaría?, “cacho” hacia un viaje a la ciudad de Guadalajara, al hospital, a curarse de un problema arterial que posiblemente le traería complicaciones de circulación y obviamente al corazón; le hicieron algunas intervenciones quirúrgicas para tratar de desobstruir uno de los conductos principales que llevan la sangre al corazón, supuestamente salió bien de la operación, pero algún coagulo despistado volvió a interferir en tan importante arteria que el corazón ya no pudo resistir la falta de tan importante fluido que se paralizó y con ello paralizó la vida de nuestro gran amigo; ¡qué dolor! Tan lleno de impotencia y de tantas cosas más al ver que la vida se va y no se puede detener más: que decisión tan importante tomó, porque ya se le había advertido que si no se operaba corría el riesgo de un infarto; se operó y ganó lo mismo.
El funeral, ¡qué les digo del funeral que no sepan!; ahí estuvimos en su sagrada casa, acompañando a sus familiares, mucha tristeza en el ambiente, pero también mucha resignación; comentarios de algunas anécdotas del gran amigo, así se fue la noche un tanto fresca y melancólica. Por la mañana, la misa, la verdad yo ni entré, pero ahí estuve afuera en la plaza esperando la última caminata con nuestro gran amigo, ese camino que muchos remolinenses caminaremos: bajando primero los escalones del templo, luego subirnos a un vehículo fúnebre, despedirnos de nuestra plaza, echar una última mirada a las higueras, para luego enfilar por la calle empavimentada, dar vuelta a la derecha por la cinta asfáltica, doblar a la izquierda por los campos deportivos para luego agarrar esa vereda final con sus mezquitales a los lados, ese camino que nos conduce hasta la morada final, “el camposanto”; ahí estaremos por mucho tiempo, eso sí, vigilados por nuestro gran guardián “El Cerro de las Ventanas”. El trayecto final después de los campos deportivos, estuvo escoltado por un tamborazo, que hacía o más triste o más alegre el momento; se reflejaban algunos ojos llorosos de los participantes al escuchar algunos temas como: “te vas ángel mío”, “que me entierren con la banda”, “un puño de tierra” entre otros; así llegamos hasta el tejabancito donde se colocó el féretro a última voluntad de “cacho” que así lo dispuso: “que me dejen bajo el tejaban para que la gente me mire y poder despedirme” ; después de eso se cerro la caja y se colocó en su morada final.
Qué poca cosa somos en este mundo material, hasta podemos decir que no somos nada; que tristeza haber perdido un gran amigo, un gran remolínense; lo bueno es que en la memoria de muchos de nosotros siempre será recordado y mientras lo sigamos recordando él seguirá viviendo con nosotros.
Hubiera querido que aquel momento, en la sala de espera, haberme detenido, pero la vida misma no me lo permitió, me seguí de frente sin saber que aquella era una despedida; reflexiono y digo manejaré mejor mi tiempo, manejaré mejor mis amistades y mi familia, pero tal vez eso sea una de las grandes mentiras del mexicano; estamos absorbidos por la modernidad y por el mercado global, que cosas tan básicas y tan importantes, las dejamos de lado.
¡Qué descanses en paz, amigo Nicasio!
SR. HARO